jueves, 1 de octubre de 2015

Carta de patogénesis.

Un sonido de trompeta al fondo de los poetas malditos, la sonrisa mala ensaña contra la dulzura de mi martirio, y tú, cigarro de mi alma, todo lo enturbia, la mudez sea conmigo. (Cuéntanse de él prodigios de loca imprudencia.) Despreciaba el Éxito y la Gloria hasta el punto de aparentar retarles, y creía eran imbéciles en cuanto al poder de moverse a compasión, tan sólo fuera un instante. Dejemos al perro que tan alto estuvo, y hablemos del poeta.

 El tiempo no me promete, porque no puede prometer nada, solo la fuerza de la necesidad impacta sobre mi campo y pisa importando interferencia, el flujo de electrones originalmente estaba programado según posiciones orbitales geoestacionarias, en el comienzo del ochocientos IARU que coordina el espacio, en la doctrina de las categorías, nada se conoce fuera de la experiencia, por eso el conocimiento es solo reminiscencia, el doble problema de adquisición de conocimiento, con ello haré que nos vuelvan a crecer alas. 


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